miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿Pensando en beber?


¿PENSANDO EN BEBER?:
LA BIBLIA, EL ALCOHOL, Y TÚ.

   Hablo con adolescentes casi todos los días, y las conversaciones, a menudo, son las mismas. Cuando se refieren a la Biblia y lo que la Iglesia enseña, señalan lo difícil que es vivir una vida santa en una cultura profana. Yo diría que la mayoría de estos adolescentes con los que hablo buscan sinceramente al Señor; pero algunos, sin embargo, más que buscar al Señor, están intentando encontrar los resquicios por los que saltárselo.

   Por ejemplo, me dicen: "He oído que en la Biblia no pone que beber alcohol sea un pecado."
   "Bueno, efectivamente, la Biblia no dice que beber alcohol es pecado", respondo. Y luego paso a explicar (de manera muy sencilla) que se convierte en pecado cuando se dan alguna de las siguientes situaciones:


      - Si eres menor de edad. (Rm 13, 1-7; Mt 22, 21)
      - Si no lo haces con moderación y te emborrachas. (1 Tes 5, 6-8; Gál 5,21; Rm 12, 1-3. 13, 13)
      - Si su consumo te lleva a la depender de él. (1 Tim 3, 8; Tit 2, 3; Lc 21, 34)
      - Si al hacerlo conduces a otros al pecado. (Rm 14, 21; 2 Cor 6, 3; Mt 13, 41)

¿Eres maduro...?
   Algunos jóvenes escuchan estos límites y los aceptan con humildad en su intento de crecer en santidad. Otros tratan de debatir, justificar, legitimar, o encontrar resquicios para esquivarlos, porque no les gustan. Es justo aquí donde se juega todo. ¿Hacia dónde quieres dirigir tus energías: hacia el Señor o hacia las excusas?

   Los estudiantes de secundaria a veces argumentan que ya son lo suficientemente maduros como para poder beber alcohol. Pero la cuestión que nos ocupa no exactamente la de la edad. Muchos, cronológicamente, tienen ya la edad legal para beber alcohol pero, en realidad, son demasiado inmaduros para hacerlo. La madurez es algo más que la edad, la verdadera madurez requiere humildad y sabiduría. ¡Y también obediencia! La obediencia es aún mayor signo de madurez que la valentía; se necesita ser valiente  (y humilde y sabio) para ser obedientes.

¿Lo necesitas?
   Algunos adolescentes me dicen que no hay nada más divertido que hacer, o que para hablar sobre lo estresante que es la vida la mejor forma es relajarse con la bebida. Si necesitas el alcohol para divertirte o relajarte, estás diciendo algo muy triste sobre tu vida y tus amigos, y es signo de un problema mucho más profundo, como una probable adicción.

    Algunas personas sólo buscan una excusa (el alcohol) para actuar como un idiota o para desinhibirse sexualmente sin tener que rendir demasiadas cuentas por ello. Pero la embriaguez no excusa ni justifica pecados, todo lo contrario, se suma al pecado y lo magnifica. No eres considerado responsable por Dios sólo por lo que recuerdas... sino también por lo que haces.

¿Te hace mejor?
   Otros piensan que el consumo de alcohol, de alguna manera, te da más valor y te hace parecer más adulto. Esto es una estupidez. Tu dignidad viene de Jesucristo, no de la bebida. Tu dignidad viene de Dios. Y, aunque la Biblia no diga explícitamente que beber alcohol sea pecado, sí es muy, muy clara al advertir sobre los peligros y problemas que, a menudo, vienen con el alcohol.

    Nuestra santidad no se mide por lo que queremos, sino por lo que Dios quiere para nosotros. Son la obediencia y la humildad lo que nos hace santos. La apertura a la gracia de Dios nos hace santos. Permitir que la gracia nos haga más virtuosos, nos hace santos.

   La copa que Cristo nos ofrece no está sacada de un barril... es un cáliz de sacrificio, una copa de sufrimiento que viene al anteponer la voluntad de Dios a la nuestra.

   Si todavía estás leyendo esto, enhorabuena. Estoy muy orgulloso de ti, porque tu corazón está abierto - tal vez más abierto de lo que crees- y el Señor quiere hablar a esa apertura.

   Y a aquellos que os habéis enfadado al leer esto, os invito a rezarlo en la presencia del Señor. Ve ante el Santísimo Sacramento con tus argumentos y filosofías, y descubre si el Señor los apoya o te descubre algo nuevo.

   Dios quiere que seamos puros. Dios quiere que vivamos por él. Dios quiere que seamos ejemplares. Dios nos quiere llevar a la santidad, a no pecar. San Pablo llamaba a esto "la ley del amor". Básicamente significa que debemos evitar cualquier ocasión de pecado, cualquier cosa que pueda causar que nosotros o uno de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, tropiecen o caigan en su caminar hacia él.

   Así que... ¿en qué quieres gastar tus energías... en buscar al Señor o en encontrar excusas?

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