martes, 18 de marzo de 2014

¿Por qué hacemos abstinencia los viernes?




Artículo original de Mark Hart en lifeteen.com
traducido y adaptado por @Paterabraham.


    Imagínate: menudo panorama. Estás atareado y concentrado con el estudio o el trabajo o la familia o los amigos, donde hay mil cosas a las que atender. Siempre tienes poco tiempo para comer y lo haces con prisa.  Y a mitad de la comida -o un poco después- te das cuenta de que es viernes. ¡Y que es Cuaresma! Y ya tienes una sabrosa hamburguesa en el estómago.
    Como diría Homer Simpson: "¡Ouch!"

    A mí ya me ha pasado esto, y seguro que a ti también.Pero, para tranquilidad de cualquier persona que se haya sentido culpable por ello, he de aclarar que: si se olvida, no, no es un pecado.

    Pero ¿por qué los católicos nos abstenemos de comer carne los viernes de Cuaresma?

    La verdad es que se oyen muchas explicaciones de por qué la iglesia abraza esta disciplina, una tradición que se remonta cientos de años. Unos dicen que la costumbre surgió como apoyo de la Iglesia a una industria pesquera que vivía tiempos tiempos difíciles. Explican que la iglesia trataba de mantener a flote a los pescadores (sí, es un juego de palabras). Existe alguna evidencia histórica de esto que se remonta al siglo II.
    Algunos dicen que era más seguro comer pescado que carne. Todo el mundo sabía cuándo un pescado era saludable, pero no sucedía lo mismo con la carne . Hay también alguna evidencia histórica de esto, que data de alrededor del siglo VII.
    Otros señalan que antiguamente sólo los ricos podían permitirse comer carne, y que el pescado era la comida los pobres. Era un alimento barato y humilde que podías coger tú mismo.
    Y, finalmente, hay quien explica que el no comer carne ayudaba a los fieles a centrarse en el misterio de la humildad de Cristo, que vivió la vida de un hombre sencillo.
     Hay, literalmente, docenas de otros ejemplos para explicar la evolución de esta disciplina cuaresmal y su permanencia en la Iglesia. Es bueno conocerlos, pero a mí no me ayudaron mucho cuando era adolescente. Yo sólo sabía que quería comer carne.

     Si no nos centramos en Jesucristo y su Cruz cuando nos abstenemos de la carne, entonces el asunto degenera y deja de tener un sentido cuaresmal para pasar a ser un simple "¿debería comer la pizza sin carne o el sándwich de queso a la parrilla?" Y todos sabemos que lo de la abstinencia es un tema mucho más importante que esto.
    Yo prefiero verlo así: Jesucristo, mi Señor y mi Salvador, renunció a su propio cuerpo, a su propia carne, que colgó de la Cruz un Viernes de hace muchos años, por mí y por ti. Él pasó por el dolor de esa negación de sí mismo, completamente entregado a la Voluntad de Dios Padre.
    Cuando hago el increíblemente pequeño acto de abstenerme de comer carne los viernes, estoy haciendo un pequeño auto-sacrificio que ayuda a centrar mi mirada en aquel terrible y santo Viernes. Fue en viernes cuando Dios me amó tanto que entregó hasta Su carne en el acto más desinteresado en la historia.

     Siendo consciente de la frecuencia con que mi cuerpo me lleva al pecado y lejos de Dios, es bueno darme la oportunidad de dejar que mi cuerpo me ayude a luchar contra el pecado y me acerque a Dios. Esa es la esencia de lo que San Pedro estaba diciendo cuando escribió: "Ya que Cristo padeció en la carne, haced vuestra esta misma idea: que quien padece en la carne ha roto con el pecado" (1 Pedro 4:1).

    ¿Lo ves? La abstinencia de carne es algo más que "no comer" durante la Cuaresma o simplemente un recordatorio de que Cristo ofreció su carne por nosotros en la Cruz. La abstinencia es una forma de oración, una disciplina. Cuando nos abstenemos de carne, nos enfocamos en Cristo y en nuestra alma, y no en uno mismo y en nuestro cuerpo. Es la fe puesta en acción, centrando nuestra mirada en Jesús y ofreciendo "nuestra carne" como sacrificio (Romanos 12:1-2), el "recipiente" en el cual Dios puede actuar y actúa.

     Dicen que la ausencia hace crecer el cariño. Así que podríamos decir que la abstinencia hace que el cuerpo (y el alma) crezca en santidad... si lo aceptamos y permitimos. La carne es genial, y Jesús supo cuidarla bastante bien con sólo unos panes y unos peces, por ejemplo, y lo mismo descubrieron todos los que comieron aquel día (Mateo 15:34-37).

     No lo olvides. Dios también creó las verduras.

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