viernes, 7 de noviembre de 2014

Sorprendentemente normal: la vida de la beata Clara Badano


por Megan Bodenschatz en LifeTeentraducido y adaptado por Abraham

    ¿Alguna vez has querido ser admirado y conocido como actor, o cantante, o deportista, o siendo famoso? Puede que alguna vez hayas rezado por "ser descubierto" en YouTube. ¡O quizás has deseado ser un santo conocido o convertirte en un famoso predicador de la Palabra de Dios! no puede ser malo, ¿verdad? ¿Acaso no podrías hacer más por Dios siendo una celebridad que una "persona normal"?

   Para responder a esta pregunta, creo que esta historia te va a venir muy bien.

¿Quién fue Chiara?

   Érase una vez, allá por 1971 (sí, no hace tanto tiempo), una chica llamada Chiara Luce nació en Sassello, Italia. Era una chica muy normal. Le gustaba cantar y jugar al tenis. Incluso suspendió matemáticas un año. Se podría decir que nunca hizo nada "grande", ni ayudaba en un hospital, ni era de una orden religiosa... pero iba a la iglesia con regularidad y se esforzaba por amar a Dios y vivir el Evangelio en su vida.


   Por ejemplo, un día, cuando era pequeña su madre le pidió que recogiera la mesa, pero Chiara se negó y salió de la habitación.Al poco tiempo volvió, diciendo: "¿Cómo era esa historia del Evangelio sobre el padre que pidió a su hijo que fuera a trabajar a la viña... ? ¡Mami, ayúdame a ponerme el delantal!" (Mateo 21, 28-31). Ella sabía muy bien que lo importante era cumplir la voluntad de Dios aunque no le apeteciera.

   Según crecía, iba pasando más tiempo con sus amigos. Le encantaba, e intentaba compartir el Evangelio con ellos. Un día, cuando su madre le preguntó si le hablaba de Jesús a sus amigos, respondió: "No debo hablar de Jesús, debo darlo con mi forma de escuchar, de vestir y, sobre todo, de amarlos". 

Amor y sufrimiento

   Cuando tenía 17 años, tuvo que ir al médico por un fuerte dolor en el hombro. Se le diagnosticó un cáncer óseo muy agresivo. Dos años después ya no podía usar las piernas, y se hizo evidente que Chiara no sobreviviría.

   La enfermedad fue desarrollándose, y le provocaba fuertes dolores. Los médicos querían administrarle morfina, pero ella lo rechazaba diciendo que quería permanecer lúcida para poder ofrecer todo su sufrimiento a Jesús. Animaba a sus padres a que fueran a cenar juntos y no se quedaran siempre al pie de su cama, tratando de prepararlos para la vida después de su muerte. Chiara, poco a poco paralizada, siempre se mantuvo muy alegre y cariñosa.


   Murió el 7 de octubre de 1990 en su casa. Pero su historia no terminó allí.

   Mucha gente empezó a sentirse tan inspirada por la vida y santidad de aquella chica "normal", que su obispo abrió la causa para su canonización. En septiembre de 2010 fue declarada "beata" (el paso antes de proclamarla santa) en una ceremonia a la que asistieron más de 25.000 personas de 57 países. Nada mal para una chica de pueblo que nunca buscó la fama.

La fama es efímera

   Los famosos tienen que reinventarse a sí mismos de vez en cuando para que la gente les preste atención. En poco tiempo las celebridades que hoy son noticia pasan a formar parte de las preguntas del Trivial.

   Pero ¿y la fama que viene de la predicación de la Palabra de Dios? La mayoría de los oradores católicos no pretende "hacerse un nombre" sino que tratan de hacer un buen trabajo para explicar la Biblia a la gente, o escribir canciones que ayuden a orar, o animar a la gente a descubrir al Señor. Además, "hacerse importante" llega después de muchos aciertos y errores, poniéndose a prueba uno mismo. Ser famoso conlleva un peligro mayor de caer en el orgullo, puesto que, poco a poco, dejas de pensar en lo que Dios quiere y empiezas a hacer lo que tú quieres. Oradores católicos muy conocidos han caído presa de esto, y han abandonado su papel en la Iglesia.

   La Virgen María, en el "Magnificat", canta que Dios "derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes" (Lucas 1,52).

   La vida de Chiara nos muestra que Dios no necesita que seamos famosos para poder utilizar nuestras vidas para Su propósito. Porque no se trata de nosotros, sino de Dios. Lo que perdura no es el éxito terrenal, sino hacer la voluntad de Dios, amarlo, y amar a nuestro prójimo.

   Así que, cada vez que me descubro soñando con un estilo de vida glamuroso y exitoso en Hollywood, o deseando cierta fama en el mundo católico, pienso en el caso de Chiara. Y entonces le pido a Dios la gracia para poder cumplir su Voluntad, y que si gente recuerda mi nombre algún día, que sea debido a la forma en que lo amaba.

Para saber más de Chiara Badano...

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